Relaciones imperfectas, ¿son siempre tóxicas?

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Las críticas a las relaciones amorosas están siendo causa de conflicto y creación de problemas en los miembros de éstas y en la nueva sociedad actual. La idealización conlleva a muchos malentendidos en las relaciones reales, confusiones y malas clasificaciones, olvidando que lo que lo abundante en la sociedad es la imperfección, muchas veces, reparable y que no siempre es toxicidad.

Las relaciones no siempre son perfectas, especialmente, las amorosas. Los modelos ideales de algunos ejemplos publicitarios, cinéfilos, literarios, televisivos o de la realidad no son siempre imposibles de obtener, pero no siempre son lo modélicamente correcto ni tampoco lo que se espera o se quiere, pero no son tampoco siempre ejemplos tóxicos como se está criticando en las redes o en la población.

¿Qué es la toxicidad en las relaciones?

Aclarar estos términos es una necesidad científica, tanto para profesionales como para la sociedad.

La toxicidad siempre genera malestar, pero no siempre lleva al fin de una relación. Cuando hay una mala comunicación, ya sea verbal o no verbal, sutil o explícita, comienzan a aparecer críticas constantes hacia la otra persona. Esto puede escalar a violencia física, psicológica o sexual recurrente. Estos comportamientos conscientes fomentan problemas y discusiones, malos tratos y una relación conflictiva, donde la felicidad es esporádica o idealizada, y el amor se percibe como un sentimiento de dolor y malestar constante, junto con dependencia y ruina.

La salud se deteriora y surgen enfermedades de diversos tipos, sin importar la clase social. Esta situación es altamente negativa y representa un vínculo que debería romperse o al menos separarse. Sin embargo, esto no siempre se logra, y a menudo se llega a finales nefastos, violentos o trágicamente mortales.

La idealización es esa utopía que queremos alcanzar, aunque no siempre sea factible ni realista. Buscamos una relación en la que siempre seamos felices, sin peleas ni discusiones, donde todo sea perfecto y fácil, como vivir en una eterna luna de miel. Esperamos que la otra persona siempre actúe como queremos, como si fuera un robot, porque creemos que es la persona que nos hará felices y nos permitirá hacer lo que queramos, sin reglas ni castigos, solo con recompensas y deseos cumplidos, sin esfuerzo alguno.

El conflicto surge cuando nos damos cuenta de que la otra persona tiene su propia identidad y no siempre responde como esperamos. En algunos casos, estas diferencias pueden causar reacciones inesperadas o incluso rupturas, ya que la realidad no coincide con nuestras expectativas idealizadas.

Todas las relaciones son imperfectas

La realidad es que las relaciones son imperfectas. Somos seres humanos, con virtudes y defectos. Los errores pueden surgir de manera no intencionada, pero se pueden reparar. Existen discusiones, pero pueden ser productivas, con una comunicación que no siempre es incorrecta o disfuncional. Pueden surgir peleas y rupturas, pero suelen tener un desenlace, ya sea por reconciliación o por separación definitiva (aunque a veces se presenten varias oportunidades antes de tomar una decisión estable). El progreso es continuo, aunque pueda haber crisis y avance más lento de lo esperado. Se intentan alcanzar los objetivos y planes trazados conjuntamente, aceptando las diferencias, fallos, modificaciones y errores. Se perdona lo que se debe perdonar, o se dice adiós.

Es cierto que en los diferentes tipos de relaciones, si el conflicto no puede resolverse entre los miembros, la intervención de un profesional adecuado puede ser de ayuda, ya sea para continuar o para romper, evitando finales temidos e inadecuados.

La variedad existe, y aunque decimos que lo que queremos es una utopía, quizás no siempre es tan inalcanzable o irreal. Es fácil confundir términos, ya que durante mucho tiempo se han validado ejemplos que no eran tóxicos como tales (como parejas que, a pesar de diferencias de clases sociales, estuvieron casadas más de 40 años). Se han criticado modelos de pareja normales por ser imperfectos (“él estaba casado, ella no viste como nos gustaría”), aunque funcionaran, y se han alabado religiosamente relaciones tóxicas y peligrosas como si fueran lo más deseado (parejas unidas solo por el dinero o adicciones, no por amor mutuo). Al fin y al cabo, la sociedad no es perfecta, y las relaciones humanas no son siempre fáciles, pero tampoco tan complicadas cuando no son tóxicas.

 

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